Las invitaciones son un punto fundamental en cualquier casamiento. Se trata de que familiares y amigos acompañen a una pareja para celebrar el día en que han dado inicio oficialmente a un proyecto de vida juntos.
Sin embargo, es cierto que esto puede ser un tema espinoso. Los padres de alguno de los novios —sobre todo, si están pagando el casamiento— desean que sean invitados parientes lejanos o amigos que quizás no son de interés para los novios. Este artículo te ayudará a determinar quién merece una invitación y quién no.
Quienes nunca pueden faltar a un casamiento
En una boda no es apropiado dejar por fuera a alguno de los padres de los novios —a menos que haya alguna razón fundamental para ello—, hermanos, hijos o familiares muy cercanos. En este círculo íntimo también entran los amigos que cualquiera de los miembros de la pareja considera como parte de su propia familia. Estos deberían ser los invitados esenciales, en caso de que no puedas invitar a mucha gente a tu casamiento por razones presupuestarias.
Cuando puedes permitirte invitar a muchas personas a tu casamiento, entonces puedes ampliar la lista para incluir a todas las personas que quieres y que, además, estarán felices por ti y disfrutarán la ocasión.
A quienes no hay que enviar invitaciones, si no quieres
¿Y qué ocurre con los parientes lejanos? ¿Con los amigos de tu mamá, tu papá o tus suegros? ¿Con el primo de la tía política de la madrastra de tu pareja? Es más fácil de lo que parece decidir si se les envían invitaciones o no.
Tu casamiento es tuyo y de tu pareja. Por lo tanto, no tienen que invitar a nadie más solo por quedar bien. Si se trata de personas con quienes no hablas o incluso a quienes ni siquiera les envías un correo electrónico para saludar, ¿por qué piensas que los tienes que invitar a tu boda?
Tampoco tienes que invitar a tu jefe ni a tus compañeros de trabajo, a menos que los consideres tus amigos, lo que obviamente significa que son más que compañeros de trabajo. Un criterio muy útil podría ser el siguiente: ¿estarías dispuesto a salir a tomar una cerveza o a cenar con esa persona? ¿Y lo pasarías bien? Si la respuesta a ambas preguntas es sí, entonces tu compañero de trabajo merece una invitación a tu boda.
En los casos de las familias, puedes estudiar la opción de enviar invitaciones a la familia completa o solo a los adultos, sin los niños. Lo más recomendable es que utilices un criterio uniforme: si decides incluir a los niños en la invitación, entonces esto debería ser válido para todas las familias invitadas. Si decides lo contrario, que entonces sepan de antemano que los pequeños no pueden asistir.
Es de mal gusto invitar a las exparejas de cualquiera de los novios, incluso cuando tienen hijos en común. Si el niño viene a la boda, no significa que la expareja deba asistir. Como será tu gran día, no podrás estar al cuidado de tu hijo, por lo que será mejor que otra persona esté designada para estar pendiente del pequeño. Comuniquen esto a la expareja para que no se preocupe por el cuidado del pequeño
No es necesario que invites a las parejas de todos tus invitados, a menos que se traten de sus esposos o de una relación significativa y de largo tiempo. No tienes que invitar al noviecillo que tu mejor amiga conoció hace 3 semanas, sobre todo si no lo soportas. Esto puede abultar mucho la lista de invitados y por ende aumentar los gastos innecesariamente.