Un casamiento al aire libre es el deseo y la opción de muchas parejas. Un evento con características particulares que al organizarlo puede suponer un mayor esfuerzo.
A la hora de pensar en aspectos tales como la época del año, el vestuario, el catering y el sonido, se podría limitar o dificultar el evento. Pero si una boda al aire libre se piensa sin dejar escapar ninguno de estos detalles con seguridad tendrá una recompensa mayor. La idea de estar afuera y de utilizar como escenario la naturaleza, resulta sinónimo de informalidad y alegría. Expresa la personalidad de los nuevos esposos y sin duda dejará huella entre los invitados.
Aunque no se puede asegurar al 100% que el clima será benévolo para las temporadas de primavera y verano, las mismas son las perfectas para este tipo de evento. Sin embargo, es aconsejable tener el plan B. Aunque el lugar elegido cuente con mucho espacio al aire libre es importante buscar que este tenga un restaurante o la posibilidad de armar una carpa techada para una eventual lluvia.
El casamiento abierto también supone pensar en el vestuario de los novios y los invitados. En este caso, la informalidad es una gran aliada así como una excusa para imprimir la originalidad y los gustos particulares de la pareja.
El catering puede estar formado por mesas formales y una mesa de bocaditos. Otra opción es armar livings y distribuirlos por toda la locación, generando una circulación informal de los invitados. Aquí la pareja imprime su toque personal en detalles como la mantelería, la cubertería, la cristalería, las mesas y las sillas y los adornos del lugar.
En última instancia, el sonido al aire libre algunas veces ocasiona dificultades. Aquí es clave asegurarse de que el lugar cuenta con los permisos necesarios para hacer una fiesta y que además cuenta con los equipos necesarios dado que un espacio al exterior, exige mejores equipos.
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